6 de agosto de 2009

LA META

Hay que aprender a tomar lo que se nos da. Nos esmeramos en elaborar proyectos, objetivos y planeamos nuestra vida hasta el último día. Y en esa tarea nos perdemos de cosas que están puestas frente a uno para nuestra realización.
Existen situaciones que son sinceros regalos de Dios. Hay que estar atentos, observantes y usarlo. Es obligación de hijo tomarlo y aún dudando, aceptar con fe, incluso lo que se presenta incierto.

Siendo adolescente vine a estudiar a Buenos Aires, y quise ser modelo. (Tenía condiciones, debo decir). Pero la meta era estudiar.

Años después, reflexiono y me pregunto: "Mudándome de una ciudad chica a una ciudad grande, teniendo cualidades para hacer algo que no me costaba hacer, recibiendo consejos sinceros de que debía seguir, teniendo juventud, gracia, buen andar: ¿Por qué no seguí? No a todas las adolescentes del interior se les presenta la oportunidad de mudarse a la Capital, no todas llegan a estar en el centro mismo de lo que desean. ¿Por qué no seguí?".
Y mi respuesta más franca es: "Porque tuve miedo de tomar lo que era mío. Porque no supe luchar por mi lugar. Y entonces dispuse que ser modelo era un oficio para chicas más lindas, más altas, más elegantes… Y, lo más importante, porque no supe ver que Dios ya me estaba ayudando".

Cuando un padre le obsequia algo a su hijo, si el hijo no lo acepta, es lógico que el padre se ofenda porque sólo quiere su bien. Estimo que con Dios es igual. Debemos tomar de Él, agradecer y usar lo que nos da para nuestro beneficio. Hay que ser agradecido y sentirse bendecido. Esta es condición sine qua non para marchar siempre hacia adelante.

Debo confesar que por mi autoestima vulnerable, muchas veces sentí que no era merecedora. Sin embargo, aprendí y hoy lo transmito: JAMAS hay que sentir que eso que se presenta no es para nosotras, o que no somos dignas de ello. ¡Sí, lo somos! Por eso Dios nos lo da. Simplemente, porque nos pertenece. Yo tardé en entender esto. Podremos dudar: ¿Cuándo hice mérito yo para ganar esto? Ni lo cuestiones. Tomalo. Quizás, incluso hayas contribuido en el plan de Dios y ahora Él te premia. O tal vez, sólo quiere dártelo. Tomalo! Es tuyo. Dios nos lo da para nuestra felicidad y es obligación digna gozar de ella.

A veces, no vemos que Dios nos brinda día a día oportunidades, que hasta pueden cambiar trascendentalmente nuestra vida. Las dejamos pasar, creyendo que eso que surge no se ajusta a nuestra meta, sin darnos cuenta de que todo, incluso lo triste, puede servir para los proyectos que tenemos: Aquella experiencia de trabajo fallida y la segunda experiencia de trabajo fallida fueron el curso acelerado que necesité para afianzarme en la tercera experiencia de trabajo, que no falló. La anciana que me contactó azarosamente a través del colegio de traductores para solicitar mis servicios, y de quien tanto dudé, se transformó en amiga y fuente de sabiduría para mí. Aquel niño de flequillo que me atendió en la estafeta postal de mi barrio y me sorprendió porque no se burló de mí por ser negra (como sí ocurría con otros niños), cuando creció, fue mi gran amor. Todo es por algo, nunca se sabe…

Está bien tener un objetivo, una meta porque eso nos orienta, y es muy triste andar sin rumbo en la vida. Lo sé. Pero es un error no "ver" que no estamos solas. Alguien va allanando el camino. Y eso que nos muestra, que nos da, eso que nos quita porque ya no es útil para nuestra vida, o porque tarde o temprano nos hará sufrir, eso que nos regala porque lo necesitamos, son oportunidades y NO HAY QUE DEJARLAS IR. Hay que tomarlas y usarlas. Es parte del recorrido.

No hay comentarios: